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Instinto tradición o costumbre?
Sección Las Pajas mentales de Bibian 18/04/2006

Pensemos por un momento, como funciona ese mecanismo ancestral del abordaje sexual. Dos personas que no se conocen, pero una de ellas decide pasar a la acción, toma la iniciativa y con mayor o menor destreza, se vale de todas las artimañas posibles para abordar a la otra y conseguir del modo que sea llevársela al catre.

Pensemos por un momento, como funciona ese mecanismo ancestral del abordaje sexual. Dos personas que no se conocen, pero una de ellas decide pasar a la acción, toma la iniciativa y con mayor o menor destreza, se vale de todas las artimañas posibles para abordar a la otra y conseguir del modo que sea llevársela al catre.
Con más o menos gracia este sistema lo llevan ejercitando los hombres desde tiempos inmemoriales. Desde que las mujeres prehistóricas se agachaban a beber agua en el río y al menor descuido aparecía el machito de turno y por desconocido que fuera, las abordaba por detrás, hasta nuestros días, en donde una no puede tomar el sol sola en la playa, sin que cada media hora se te acerque uno pidiéndote fuego.

Y a este hecho, al de ser abordadas estamos acostumbradas las mujeres desde siempre, es mas, estamos predispuestas. Y tanto hombres como mujeres tenemos asimilado que este mecanismo funciona así, ellos atacan y nosotras aceptamos o rechazamos su estrategia.

Si el tío es un plasta, algunas mujeres no lo despachan por vergüenza o timidez y lo aguantan asta la saciedad, entre sonrisitas tontas. Otras se lo quitan educadamente de encima con lo típico de que están esperando a su novio que es muy celoso y que aparecerá en cualquier momento. Y las que no están para aguantar tonterías lo enchufan al carajo antes de que el tipo termine la frase.
Pero si el tipo resulta tener destreza en el arte del ligoteo y encima es algo agraciadito físicamente, seguro que su tenacidad se vera recompensada.

¿Pero, que ocurre si se le da la vuelta a la tortilla y son ellas las que atacan?
Hoy en día, las mujeres nos hemos acostumbrado a tomar la iniciativa, a decidir cuando y que es lo que queremos. Y esto también afecta al campo del sexo, la pregunta es: ¿serán ellos capaces de adaptarse a estos cambios?
Muchos de vosotros diréis, que si de repente se os acerca una mujer y os dice que quiere rollo, vosotros no os lo pensáis y decís que si rápidamente.

Así que he decidido hacer un experimento para estar más segura.
He escogido una victima al azar en la cafetería del hotel donde estaba alojada.
Me he sentado en una de las mesas de la cafetería delante de un individuo bien parecido, el elemento en cuestión, hablaba por el móvil con alguien y le comentaba que la reunión había ido muy bien, que estaba tomando un café para hacer tiempo ya que todavía le quedaban dos horas para encontrarse con otras personas con las que se había de reunir allí. Estaba claro, ese seria mi primera cobaya. En cuanto ha colgado el teléfono, le he mirado fijamente a los ojos con una leve sonrisa, me he levantado de mi silla con decisión y he avanzado hasta su mesa, me he sentado delante y le he dicho:
-¡Hola, me llamo Bibi, estaba pensando, que si te apetece, podríamos ir ahora al lavabo de minusvalidos y echarnos un polvo! ¿Que me dices?¿te apetece?

El tipo se me ha quedado mirando, ha mirado alrededor como queriendo encontrar la cámara oculta, se ha reído, me ha preguntado si yo tenia por costumbre el entrarle a todos los tíos así, yo le he dicho que normalmente no, pero que en aquel momento me había apetecido preguntárselo a el. Entonces me ha empezado ha soltar un rollo tremendo, diciéndome algo así como que, entendiera que no era normal que fuese preguntando eso a todo el que se me pusiera por delante, yo le he preguntado que por que y el ha seguido con su rollo de que porque no era normal, que si le parecía muy raro que una chica tan guapa como yo hiciese eso, etc, etc. ¡Menudo sermón!.

Así que ante el primer fracaso he estado reflexionando un rato, he pensado que quizá la maniobra había sido demasiado brusca y directa, que con mi próxima victima actuaría con algo mas de tacto y sutileza.
He llegado al aeropuerto de Madrid casi tres horas antes de que saliera mi vuelo, así que he decidido continuar con mi experimento.
En la maquina de auto chequin he coincidido con un muchacho, que no savia como funcionaba el aparato, yo muy simpática, le he ayudado a sacar el billete y luego he aprovechado para entablar conversación con el, cosa que no me ha costado mucho, pues el enseguida ha empezado a hacerse el gracioso para intentar ligar, así que como he visto que el muchacho estaba receptivo, tras diez minutitos de conversación, le he hecho la preguntita:
¿Quieres venir a los baños a echar un polvito conmigo?
Entonces el me ha dicho que no sabia, que le pillaba desprevenido, que le había cogido en un momento en el que no sabia lo que me tenia que decir, y que ya le gustaría, pero que ahora tenia un poco de prisa,(mentira , para su vuelo faltaba hora y media todavía,) pero que si quería podíamos darnos los teléfonos y quedábamos otro día, me he limitado a decirle que era raro pero que no tenia teléfono, todo esto ha transcurrido entre risas nerviosas, la despedida ha sido de lo mas rara, me ha dado dos besos y ha salido disparado.
He seguido intentándolo con tres mas sin obtener ningún resultado positivo, así que ya no me he sentido con fuerzas para continuar con el experimento. Lo que he hecho al llegar a casa, ha sido comentar lo acontecido con un grupo de amigos/as, las chicas coincidían en que mis conejitos de indias habían tenido una reacción lógica, y los chicos decían que había encontrado unos especimenes muy tontos, que ellos no habrían reaccionado así.
En fin, lo mejor será que cada cual saque sus propias conclusiones.

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