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Diario de un Pornócrata
Sección Diario de un Pornocrata 27/03/2006

No sé si es que me he pasado el puente metido en casa o qué, pero tengo la impresión de que estoy un poco saturado de ver la televisión. Mientras la mayoría de la gente desperdiciaba sus últimos ahorros

Querido diario:

No sé si es que me he pasado el puente metido en casa o qué, pero tengo la impresión de que estoy un poco saturado de ver la televisión. Mientras la mayoría de la gente desperdiciaba sus últimos ahorros de manera inconsciente, con la idea de que la paga navideña le resolvería sus problemas en las próximas fiestas, yo me he dedicado a agotar las pilas del mando a distancia de mi televisor. No voy a ser como el replicante de "Blade runner", pero he de decirte que he visto cosas inimaginables. Unos tipos con banderas franquistas apostados en la Puerta del Sol reivindicando la Constitución a golpe de "catalán el que no bote", los cuatro politicastros de siempre animando a las masas a que boicoteen los productos catalanes y hasta un pobre futbolista del Barça que, sin comerlo ni beberlo, se ha metido en un conflicto nacional por su presunta negativa a acudir a la selección española en el Mundial.
Y ahora tú me dirás: "¿Pero esto no era un diario en el que me ibas a hablar de sexo?". Y yo te diré: "Sí, a eso iba". En primer lugar, yo no soy catalán. Ni he nacido en Cataluña ni vivo allí. Sólo visito Barcelona una vez al año, para asistir al Festival de Cine Erótico, y, si lo hago alguna vez más, es por razones profesionales. No porque no me guste Barcelona, que es una ciudad tan encantadora como Lisboa, París o Munich, ni porque no aprecie que en Cataluña es uno de los pocos lugares donde se come realmente bien. Simplemente no voy y punto. En segundo lugar, los nacionalismos me parecen un anacronismo. En pleno siglo XXI, cuando el mundo tiende hacia los estados plurinacionales, ser nacionalista, desde el punto de vista político, es una tontería. Y tan tontería es ser nacionalista catalán como ser nacionalista español. Otra cosa es el nacionalismo cultural, al que apoyo porque toda lengua, por minoritaria que sea, ha de tener su foro de expresión.

Y todo este rollo te lo suelto, querido diario, porque me parece ridículo que, por culpa de unos gilipollas, otros gilipollas se dediquen a hacer campaña para boicotear los productos catalanes. Es como si hubiéramos dejado de poner gasolina cuando Estados Unidos invadió Irak para preservar sus pozos de petróleo en el Golfo Pérsico. Pero, bueno, siempre existirá el tonto que escucha la COPE y cree que si estas navidades compra espumoso castellano o sidra asturiana (porque, ni para champaña del bueno tiene) joderá a los catalanes.

Eso sí, ha de ser consecuente. No vale dejar de comprar cava catalán o huir de los vinos del Priorat o de Costers del Segre y, luego, cuando se acerca a un videoclub o un sex-shop, olvidarse de que es un meapilas que escucha con devoción la emisora de los obispos y alquilar un porno distribuido por una compañía catalana. Mientras se hace esa paja que considera tan saludable, está financiando el Estatut, con cada gota de su semen tristemente derramado sobre sus calconcillos de defensor de la Constitución contribuye al separatismo y la resquebración de nuestra santa nación.

Así que, que sea consecuente. Que no alquile pornos porque casi todos están distribuidos, producidos o protagonizados por catalanes. ¿O se cree que la polla de Nacho Vidal, forjada en los prostíbulos legionarios del Norte de África, no es catalana? ¿O se cree que esas tetas estratosféricas que luce Bibian Norai en cada escena no surgieron mientras su propietaria saludaba cada mañana a la gente con un "Bon dia" y no con su racial "A los buenos días"? ¿Qué se habrá creído? Cataluña es el porno español y él, el tonto, como buen patriota y boicoteador de todo lo que huela a separatismo, no puede permanecer al margen. Así que, ¡hala!, a hacerse las pajas leyendo el Hola! (eso sí, hay que saltarse las páginas que se dediquen a enseñar la casa de Judith Mascó o las que hablen de la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarín) y excitándose con la colección de vestidos de noche de Isabel Preysler o los consejos sobre salud. Que yo, mientras él inventa la paja nacional, seguiré gozando del buen porno español, que es casi lo mismo que decir catalán.

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